De la operación a la facilitación como práctica regenerativa
Estas fueron de las primeras preguntas que me hice cuando empecé mi camino hacia la regeneración y las preguntas que todo practicante regenerativo debe hacerse.
Cuando estás creando un proyecto de turismo regenerativo o transitando tu empresa turística hacia una que tenga una cultura regenerativa, hay varios temas sobre los que necesitas reflexionar:
Tu proyecto es una expresión más de la vida de un lugar, forma parte de un sistema mayor. Por tanto, ¿cuál es ese lugar?
Cuando determines esto, piensa en la historia de ese lugar y en su esencia. Este territorio tiene su propio ritmo, historia, heridas, memorias y sueños. No es un lienzo en blanco; tiene una identidad.
¿Cuál es el potencial del lugar, qué quiere emerger aquí?
Y ahora sí: ¿cómo puede mi proyecto sumar para hacer posible ese potencial, eso que quiere emerger? ¿Y cómo alineamos nuestra identidad, esencia, propósito con los del lugar?
Tradicionalmente, los proyectos turísticos han tomado un rol protagónico en un lugar. Tanto, que han llegado a darle forma.
Y si se trata de un turismo masificado, estandarizado, esto puede ser catastrófico —no solo para la identidad del lugar, sino también para las condiciones de vida y la autoestima de sus habitantes, que terminan siendo meros testigos de lo que ocurre en su territorio, sin poder hacer nada.
Prueba de ello es que, en muchos destinos turísticos del mundo donde el turismo ha contribuido significativamente al PIB, también existen, en el otro extremo, altos índices de pobreza. Esto, sumado a problemas sociales, adicciones, desestructuración familiar, etc., hace que el desastre sea aún mayor.
Por tanto, si hablamos de turismo regenerativo, es fundamental que nuestro proyecto se ponga al servicio del lugar, y no al revés. No basta con tener una buena intención: nuestra identidad, nuestros valores y propósito deben resonar con los del lugar.
Y de esa forma, el proyecto se vuelve una expresión viva de una relación, no solo un negocio.
La población debe ser parte del proceso
Así que, para poder tener respuesta a todas esas preguntas, lo siguiente es decir lo obvio: la población debe ser parte de todo el proceso. Se deben generar procesos participativos.
Podemos tener las mejores intenciones e investigar sobre el territorio (aunque seamos nativos de ahí, es posible que no lo sepamos todo), pero:
¿Cómo averiguo qué quieren las personas del lugar?
¿Cómo y dónde puedo intervenir para motivar a la población a tener agencia, para que no tengan miedo de alzar la voz y compartir su sabiduría?
Foto tomada por Antonio Zamora durante el taller facilitado para MASAV en Sierras de Ávila y Valle Amblés
Y aquí regreso a la pregunta inicial de este post. La regeneración no es solo una serie de prácticas. No se logra solo con técnica, y mucho menos solo con tecnología.
Si deseo que mi negocio o proyecto esté al servicio del lugar, hay ciertas capacidades que debemos cultivar como equipo, y capacidades que debo cultivar yo:
Escucha profunda
Humildad y capacidad de soltar el control
Habilidad para trabajar con la complejidad
Cultivo de relaciones auténticas
Capacidad de sostener procesos colectivos
Y cultivar estas capacidades no ocurre por azar.
Del extractivismo consultivo a la facilitación generativa
En muchos proyectos turísticos se recurre a procesos de consulta para “incluir” a las comunidades locales. Se hacen entrevistas, encuestas, talleres de diagnóstico. Se pregunta qué necesitan, qué opinan. Todo esto, a menudo, se hace con las mejores intenciones.
Pero muchas veces esa información se recoge para luego tomar decisiones en otro lugar, por otras personas. Se toma nota, pero luego se sigue con el plan trazado.
En muchos casos, la consulta es aún más superficial: se usan formularios online, apps y otra tecnología punta para luego hacer propuestas que no están adaptadas ni alineadas con el lugar ni con sus habitantes.
Este enfoque, aunque participativo en apariencia, sigue siendo extractivo. Recolecta voces como quien recolecta datos. No construye capacidades. No contribuye a transformar, a redistribuir poder ni a generar sentido de pertenencia.
La facilitación propone otra cosa: crear espacios donde las decisiones emergen de manera colectiva, donde la inteligencia del grupo se activa y donde lo que ocurre despierta algo muy especial en quienes participan. Es un proceso vivo, no una transacción puntual.
Foto tomada por Beatriz López durante taller facilitado para socios de AvilAgro en El Barraco, Valle de Alberche, Ávila.
Es nombrar las verdades incómodas y atravesar las tensiones, pero también es ver todo lo que puede emerger si tan solo salimos de la espiral negativa del viejo problema-solución para ver el potencial.
Es descubrir qué puede emerger desde el cuidado, la reciprocidad y la colaboración, más que desde trabajar desde nuestros compartimentos y con miedo a que el vecino copie nuestra idea.
Es acompañar el proceso, más que liderarlo. Es soltar el control sabiendo que el proceso es lo más valioso del camino y que el empoderamiento viene de ahí.
Turismo regenerativo
En el contexto del turismo regenerativo, esto es clave. Porque no se trata solo de diseñar experiencias “más sostenibles” o de realizar prácticas de compensación en un ritmo acelerado y sin reflexión.
Se trata de cultivar nuevas formas de relación entre personas, territorios y saberes. Se trata de entender que todos somos parte de un ecosistema, y que un ecosistema tiene salud cuando hay adaptabilidad, reciprocidad, diversidad…
Y que el trabajo consiste en generar las condiciones para que todo esto se dé.
Para ello, de forma evolutiva e imperfecta, hay que reaprender capacidades profundas entre los grupos locales y visitantes: diálogo, colaboración, escucha activa, pensamiento sistémico, cuidado mutuo.
En mi experiencia, he visto cómo cambia la energía en un grupo cuando se deja de “consultar” y se empieza a co-crear.
Ver al grupo empezar con desánimo y terminar con energías renovadas, con motivación para crear algo colectivo desde un propósito común.
Pasa una vez tras otra.
Keeley Warren y yo hablamos de participación comunitaria durante la entrevista que me hizo (en inglés) titulada “Reimagining Tourism To Benefit Locals and Tourists” en Travel Writers Radio. Haz clic en la imagen para escucharla.
Cuando una reunión se transforma en un espacio de conexión… Ahí comienza la regeneración.
Y en ese momento —y solo en ese momento—, cuando entendamos la verdadera esencia y vocación del lugar, cuando los miembros de la población tengan agencia y sean co-creadores, entonces podremos crear esos pasos para llegar a nuestra visión común.
Y uno de esos pasos es diseñar experiencias donde los visitantes no solo observen, sino que participen activamente en el proceso vivo del lugar. Que no sean meros espectadores ni consumidores, sino parte de una relación de reciprocidad. Que su paso por el territorio despierte en ellos nuevas preguntas, una conexión profunda y, sobre todo, un compromiso con formas más conscientes y respetuosas de habitar el mundo.
Una invitación para comenzar
Así que, mi invitación cuando comiences tu proyecto regenerativo sería hacerte esta pregunta:
¿Estoy al servicio de qué?
¿Desde dónde diseño?
¿Qué capacidades necesito cultivar para estar al servicio del lugar, no solo de la experiencia?
P.D.:
🌱¿Te gustaría contar con apoyo en tu territorio para diseñar y facilitar procesos participativos?
🌍¿Quieres incorporar los principios regenerativos en tu proyecto, organización o comunidad y aprender a aplicarlos de forma práctica?
🎓¿Estás buscando un taller o un acompañamiento personalizado para transitar hacia una mirada regenerativa? Estoy preparando programas que me emocionan mucho. ¡Pronto los estaré anunciando!
✨ Escríbeme a sonia@theregenlab.com y estaré encantada de acompañarte en el proceso.